En contextos de incertidumbre y cambio permanente, tanto estudiantes como docentes, debemos desarrollar nuestra capacidad para gestionar nuestros aprendizajes (https://educacionquenecesitamos.wordpress.com/2012/05/11/el-futuro-es-ahora-segunda-parte/). Esta es competencia resulta vital para adaptarnos a contextos abiertos y cambiantes. El concepto de autorregulación, que se utiliza en distintos ámbitos de la psicología, puede servirnos a la hora de conocer qué procesos ponemos en juego a la hora de gestionar nuestro aprendizaje y a la vez orientar nuestras acciones para desarrollar dicha competencia.
¿Cómo podemos favorecer la autonomía y participación de nuestros estudiantes? Entiendo que el desarrollo de la autorregulación constituye un desafío importante en contextos educativos, y es a la vez, el camino para lograr mayor participación y calidad en los aprendizajes.
A continuación retomaré algunos párrafos incluidos en un capítulo que trabajamos sobre «Escenarios que favorecen la autorregulación» (Trías, Huertas y García, 2012), buscando presentar el concepto de autorregulación:
De manera recurrente, se ha entendido que autorregulación son aquellos procesos de control que ponemos en juego para planificar la realización de una actividad y controlar así nuestros propios pensamientos, sentimientos y conductas, respondiendo sistémicamente a un contexto dado y al servicio del logro de nuestros objetivos (Vohs y Baumeister, 2004).
A veces los estudiantes no se esfuerzan, a pesar que les interese la tarea o tengan claros los objetivos de aprendizaje. En algunos casos no se esfuerzan porque no saben cómo llevar a cabo la tarea. Ellos demuestran que no necesariamente “querer es poder”. En esas situaciones quieren pero no saben bien cómo proceder o resolver los problemas que les surgen y acaban por no continuar. Muchos estudios empíricos (Alonso Tapia, 2005; Kuhl, 1987, 1994, 2000, 2001) han comprobado que no saber cómo actuar ante una dificultad influye directamente en que se pongan o no a trabajar, en que lo hagan con interés y dedicación y en este sentido, que cambien sus estrategias iniciales por otras menos eficaces e incluso en que abandonen. En definitiva, llamamos autorregulación al conjunto de procesos que manejan las acciones, sentimientos y pensamientos que se ponen en marcha al realizar una actividad.
Como decimos, al utilizar el constructo de autorregulación más que pensar en un único proceso psicológico deberíamos pensar en una constelación de procesos de distinto nivel que están al servicio de nuestra adaptación, maximizando el control de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones para alcanzar las metas que nos proponemos.

Esta figura condensa elementos de distintos modelos teóricos con respaldo empírico. Puede servir de mapa a quienes quieren proponer escenarios que estimulen la autorregulación en cualquier nivel del sistema educativo. De hecho hace algunos años venimos trabajando en ello, por ejemplo enseñar autorregulación en la comprensión de textos en clase de Filosofía. Se trata de un esquema básico que puede permitir conceptualizar distintos procesos de autorregulación y orientar acciones para estimularlos. Creo que favorecer la autorregulación es parte de la educación que necesitamos. Esto es posible y necesario.
Referencias y recomendaciones
Trías, D., Huertas, J. A., & García-Andrés, E. (2012). Escenarios que favorecen la autorregulación. En D. Trías & A. Cuadro (Eds.), Psicología Educacional:Aportes para el cambio educativo. Montevideo: Grupo Magro Editores.
Presentación de Autorregulación y Control Volitivo http://prezi.com/ixdui-wx0pyg/autorregulacion-y-control-volitivo/
Aprender, Motivar, Participar (Versión Beta): presentación utilizada en las XII Jornadas Internacionales de Psicología Educacional en Talca, Chile.