
En estos días, al leer, compartir y reflexionar sobre el uso de TICS en el escenario educativo, no dejan de sorprenderme la velocidad de los cambios tecnológicos. La aceleración exponencial de la innovación tecnológica impacta en nuestra cultura. La educación reacciona lentamente. Tampoco logran ajustarse la política, los grandes medios de comunicación, la familia y otras instituciones de nuestra sociedad. Estas tecnologías nos ofrecen con facilidad a grandes cantidades de información. Sin embargo, el acceso a la información no garantiza nuestro aprendizaje, ni aumenta nuestro conocimiento (información organizada, con sentido). Si hay algo que debemos desarrollar al máximo es nuestra capacidad para aprender para adaptarnos en contextos tan dinámicos ¿Qué necesitamos para aprender? Considero que es tiempo de centrarnos en los aprendizajes que se producen dentro y fuera de la institución educativa. Lejos de volverse irrelevante, la capacidad del docente para gestionar el aprendizaje puede ser de gran ayuda. Y no solamente gestionar el aprendizaje de sus alumnos y sino el suyo propio. Esto implica poder generar condiciones (tiempos, tareas, contenidos, tipos de interacción) que promuevan aquellos procesos que permitan alcanzar distintos resultados (Pozo, 1996). También requiere revisar estructuras y prácticas ritualizadas que se han desligado de sus objetivos. Probablemente la educación podría hacer una contribución significativa a nuestra capacidad para gestionar nuestros aprendizajes en contextos abiertos y cambiantes.
Referencias
Pozo, J. I. (1996) Aprendices y Maestros. Madrid: Alianza